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Dunas del desierto
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  • Foto del escritorLuz Armillas

¿Qué le dices a tu querido animal?

Hace unos días realicé una comunicación con un perro muy noble y bondadoso. Bueno, ¿y qué perro no lo es?

Todas las conversaciones de corazón a corazón que realizo con animales son enriquecedoras; ninguna se parece a la siguiente, porque la esencia de cada animal es única.


Confieso que me quedé pensando en este ser. Es un animalote grande, de color negro, juguetón. A veces pasea con su responsable sin correa y, como es lógico, y como hacen los animales libres, va a saludar a otros seres con los que se encuentra.

Pero como suele pasar en este mundo de humanos, muchas personas se asustan cuando ven acercarse a un perro negro y grande. Opino que lo que sale a flote en estas situaciones es la ignorancia y los miedos que uno tiene guardados dentro de sí mismo.


Lo que más llamó mi atención y me dejó reflexionando fue que el propio animal dice de sí mismo que sabe que asusta, que da miedo a los demás. Lo expresó así al responder a su responsable, que le preguntó si podría meter a un gato en casa, a un nuevo miembro de la familia. Él mismo dijo que mejor si era un cachorro porque así éste podría aprender a no tener miedo de él.


Queda claro aquí que ellos entienden lo que sentimos y decimos.


Alguna vez me han preguntado si es igual comunicar con animales salvajes que con animales que conviven con seres humanos. El acto en sí es igual: conectar con cualquier ser es abrir tu corazón totalmente a ese ser, al Todo, y estar preparado para recibir cualquier información de igual a igual. Pero si hay diferencias radican en eso que adoptan los animales debido a su vínculo con los hombres y mujeres con los que conviven. A veces es algo divertido, como intentar vocalizar o caminar a dos patas (les encanta imitarnos). Otras veces, como en el caso que hoy cuento, se produce una ligera distorsión de la realidad porque, de tanto escuchar la misma información acerca de uno mismo, acaba pareciendo verdad.


Y me acordé de los niños, los que a fuerza de escuchar que son malos, en casa o en el colegio, acaban creyendo que lo son, y los que son alabados por su sumisión, acaban siendo tan "buenos" que anulan algunas partes de su personalidad.


Aquí lo dejo, para que cada uno piense, si quiere, si condicionamos a los miembros de nuestras manadas de alguna forma.





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