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Dunas del desierto
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  • Foto del escritorLuz Armillas

Comunicar desde la empatía real, no desde la salvación

Creo que todos sabemos lo que es ser empático: alguien te plantea un problema personal, te pones en su lugar, le dices "yo, en tu lugar, haría..." y nos quedamos satisfechos con la ayuda prestada.

Pues bien, la empatía real va más allá: te pones en el lugar del otro, sí, pero desde su punto de vista, sus características, su personalidad. Ahí la cosa cambia, ¿verdad? A lo mejor en ese caso, lo que tú harías para salir de ese conflicto no tiene sentido según la lógica y necesidades del otro, tu consejo no le sirve.


Con los animales, en este mundo en el que los seres humanos vamos tomando territorio como seres superiores y dominantes que nos creemos (creer no es lo mismo que ser), solemos caer en esa empatía pseudosalvadora: ¿cómo es posible que un animal no quiera vivir en un buen hogar, con comida diaria, camas calentitas y atención? Y más aún, ¿cómo puede ser que no quiera vivir lejos de cualquier peligro, con lo peligroso que es el mundo exterior?


A menudo creemos que rescatar es la mejor opción, ni siquiera damos preferencia a pensar que ciertos animales no quieren ser rescatados porque ni siquiera creen que están en situación de riesgo. Es el claro ejemplo del gato que es llevado a casa por una persona que lo ve en la calle y piensa: "¡oh, pobre gatito, vaya horrible vida lleva!", y no se para a pensar que podría preguntarle a ese gato si quiere ser trasladado de lugar. El animal llega a casa de esa persona y se pasa una semana en el mismo sitio, mirando por la ventana que da al exterior. Esa persona te llama, porque no sabe qué hacer con el gato, y éste te dice: "No entiendo por qué me ha secuestrado, mi vida está fuera, en la calle. Prefiero vivir allí fuera por poco tiempo que encerrado en esta casa".


Hay personas que siguen pensando que muchos animales no pueden ya sobrevivir sin nosotros, que gatos, perros y otros son animales domesticados y no hay más que hablar.

Por supuesto que hay muchos animales malviviendo en esa sociedad de humanos y sacarlos de la calle es necesario, claro que sí. Pero también hay otros que prefieren la libertad, entendida como capacidad de elección y respeto hacia la opción elegida, y no la vida tal como nosotros la vemos más beneficiosa. Podemos ponernos en su piel y que nos digan qué prefieren. Es necesario quitarnos la capa de salvadores de animales, igual que es urgente quitarnos el traje de salvadores de personas que, pobrecitas ellas, no podrán ser felices si no les decimos lo que tienen que hacer.

Igual que pienso que lo mejor es mostrarle al otro sus propias herramientas, y que las use para seguir su propio camino, creo que debemos ser conscientes de que todos los miembros de otras especies pueden elegir su propia vida. Y la solución a toda esta invasión humana no es salvar a un animal de la calle, sino pensar en la convivencia, usar la cabeza, tener a los otros en cuenta a la hora de decidir un plan de actuación.


Estamos tan acostumbrados a pensar que son como niños tontos que viven por instinto, por acción y reacción, que también nos creemos con derecho a decidirlo todo por ellos.


¿Cómo te sentirías si siempre hablaran por ti, si aún estando presente en un debate o reunión familiar, obviaran tu deseos y saltaran tu turno para poder expresarte?







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